LA ALTA SACERDOTISA
(The high priestess)
Libros de artista por Anslem Kiefer
Por James Delgado
He venido hasta este paraje, dejando atrás responsabilidades, creyendo en la contingencia. Las palabras se entrometen entre Kiefer y yo. Aún así, las texturas de su obra prevalecen. Estoy sintiendo el poder de lo tosco. Ne me queda más alternativa que enclavarme en los recuerdos de Kiefer y de inmediato percibo la diferencia entre el afuera y el adentro.
Es definitivamente un terreno. El artista no está en ningún lado. Únicamente predomina el espíritu. Estoy aquí como en cualquier otra parte y sin embargo aquí sí encuentro ánimo abierto, trabajo sin esclavitud.
Pero no es gratuito, ni esto ni lo otro. Todo cuesta lo mismo y por eso a veces sentimos que es mucho o nada. El precio es leer, interpretar, entrar (si se puede) o por lo menos intentarlo. Leer y escribir, tomar y dar.
Kiefer se está inventando la sustancia, como Dios. De su mano puede nacer efectivamente la vida. Yo siento que puedo ser en medio de tanto cuerpo. Me envuelve la materia y no me noto aprisionado. Muertos de vida.
El intríngulis y yo somos uno, como el cielo y la tierra, aunque en la obra de Kiefer la tierra es el cielo. ¿Y qué soy yo? El Alma. En la obra de Kiefer puedo ser el aliento si mínimamente me atrevo a soplar y confiar. Porque si no se observa y se reflexiona entonces no se pude caer en la cuenta de lo posible.
Un hombre se ha liberado y ha construido un mundo, y en ese mundo estamos todos si queremos, en ese mundo y todos los como él. La única condición es pensar. Alguien dirá que no es viable, alguien que piensa que piensa, o mejor, que no piensa que piensa sino que desespera. Tal vez una tierra le sepulte, tal vez duerma, tal vez medite, tal vez despierte. Y de seguro el bardo, los sueños, los pensamientos y las visiones.
Es imposible llevar lo uno a lo otro, hay que tener fe, conocimiento silencioso, luz clara. Si lo pienso bien, callo. Si callo, veo. Y si veo, invento. Si invento, creo y si creo, crezco. Las imágenes entonces surgen y nada oculta nada.
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