sábado, 21 de junio de 2008

EL OTRO YO




ODISEA
Retrospectiva de Ulises Giraldo

El talento de Ulises Giraldo está acompañado de juego. Entre el don y el esparcimiento nacen objetos, miradas, elevamientos. Ulises tiene un ángel que le sigue y al cual la visión acuña. Entre Ulises y su ángel forjan cosas. Así pues, talento, juego, artista y ángel estructuran el espíritu estético de la obra del maestro Ulises.

Son bastantes elementos arreglados instintivamente. A Ulises no podemos verlo sino desde arriba dado que su obra nos liviana. Vemos al maestro allá abajo como si se tratara de un sueño lúcido. Permanecemos atados a él como un globo a un niño. Ulises no mira, habita, existe en la alucinación que mayormente nos vence. Ulises reside al otro lado, o mejor dicho, es el otro yo.

Si nos atrevemos disciplinadamente más allá de meras manualidades y mentalismos es factible ser como Ulises. Él también se desmorona, claro, pero algo ha ordenado los sujetos de este modo. No hay manera de dirigirse al universo de Ulises sin acometer la hazaña perceptora más simple e inmensa. El rojo se entromete.

Ulises yace perfectamente en el terreno que sostiene la unidad. Ni siquiera hay piel, por el contrario, atmósfera de unos tres o cuatro metros, burbuja sensible al interior del ojo onírico, planeta, príncipe, conexión sin adulación, verdad en la imagen. Todos podemos ser ángeles gracias a Ulises, mientras tanto él nos hala. Dios ha enviado a uno de tantos centros un espíritu como Ulises para mantener su cielo. La lógica de Dios es entonces el infierno de la creación para la gloria de la contemplación.

Tal vez Ulises no sepa nada de esto de igual modo que nosotros no somos capaces de entrar en su mundo, no obstante la meta es que nos miremos mutuamente y sintamos entonces la presión que el misterio ejerce. Ensoñadores y acechadores son necesarios en la conformación de la serpiente emplumada siempre y cuando sepamos encontrar el punto afuera de la realidad inamovible.

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